19.3.10

La madre


Era una noche esquelética, de esas en las que el mundo (la tierra) parece defenderse.
Caminábamos el puente sobre la carretera.  La autopista que cruza la ciudad y la comparte con otros. 
Todo un sinfín de construcciones metálicas, automáticas, suicidas, una suerte de vendimias de acero, un retroceso al tiempo de los guerreros. Tú tenías nostalgia de las tardes que no vivimos, y yo alcanzaba los aviones con la punta de los dedos.
Bésame despacio, alcánzame la herida; te decía.
Tú te desvivías en exclamaciones, vocablos resonantes que no decían nada, y te callabas, y volvías a repetirte en tus recuerdos.
Tu tierra como una madre, que te cuida y te sostiene, un útero ínfimo que retiene tu huida.
Esta es mi madre decía yo, que me acusa y me defiende al mismo tiempo, que sabe mis manías y virtudes,
acaso yo puedo ser igual que ella, acaso estas construcciones pueden ser menos que yo.

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